• Cólicos del lactante: cuando el bebé llora mucho, se encoge con las piernas hacia el abdomen o parece tener molestias digestivas sin causa médica clara.

• Reflujo o gases constantes: si regurgita después de cada toma o tiene gases que le impiden dormir o descansar.

• Cabeza aplanada (plagiocefalia): si notas que su cabeza tiene una zona más plana por estar mucho tiempo en la misma postura.

• Tortícolis congénita o tensión cervical: si el bebé siempre gira la cabeza hacia un solo lado o muestra rigidez en el cuello.

• Problemas de succión o lactancia: cuando se le dificulta engancharse al pecho o mantener una succión eficaz (siempre en coordinación con matrona o asesora de lactancia).

• Alteraciones por frenillo lingual corto: si hay sospecha de que el frenillo está limitando la movilidad de la lengua (siempre valorado por un equipo interdisciplinar).

• Retrasos en el desarrollo motor: si no sostiene bien la cabeza, no rueda, no gatea o no camina a los tiempos esperados.

• Marcha inestable o alteraciones posturales: si camina de puntillas, se cae con frecuencia o adopta posturas extrañas.

• Displasia de cadera (siempre con indicación médica): en casos en los que el pediatra o traumatólogo lo derive para fisioterapia.

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